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jueves, 18 de julio de 2013

IV Gran Trail de Peñalara, cuando mi cabeza pudo con mi cuerpo

Me voy a dejar de rollos y voy a ir al tema: ¿por qué el 28 de junio de 2013 estoy en la salida del IV Gran Trail de Peñalara con un dorsal que pone III Trail de Peñalara 80K, cuando debería de estar al día siguiente en La Granja haciendo la versión de 60km? Pues mi interés era hacer la versión corta, pero mis amigos Jorge y Juan se habían inscrito en el 80k, el primero por sacarse una espina clavada el año anterior tras su abandono y el segundo porque ya había hecho el 60k la pasada edición. Así que convencemos a Katia diciendo, total, de 60 a 80 no hay tanta diferencia,  además la salida por la noche se presupone impresionante.

Abiertas las inscripciones y en modo "date prisa que se agotan" me inscribo en el Trail de Peñalara 80K haciendo grupo con Jorge, Juan y Katia.

A finales de enero Jorge me manda una invitación para asistir a un entrenamiento gratuito de Gema Quiroga, entrenadora de corredores de montaña, por La Pedriza. El lleva casi un mes con ella y habla maravillas. Después de lo contento que quedé tras el primer contacto, decidí probar 15 días de forma gratuita sus entrenamientos, no tenía nada que perder y así veía como se tenía que entrenar de verdad. Gema fue clara desde el primer momento, menos de 6 meses es muy poco para entrenar de verdad un ultra de estás características y sobre todo con mi bajo nivel. Nos pusimos manos a la obra y entre series, fartlek y cacos pasaban los meses. Tuve diferentes caídas de ánimo cuando veía que estaba muy verde para tanto desnivel y sabía que iba a sufrir más que disfrutar, pero siempre remontaba gracias a los mensajes positivos de mi bastón de apoyo que era Katia.

Hasta que la nieve nos dejó entrenar la bajada de Maliciosa una mañana de mayo perfecta, ni frio ni calor, no había viento. Habíamos dispuesto salir del aparcamiento de La Barranca para subir a La Maliciosa por El Piornal, siguiendo el trazado del GTP, para bajar por el Collado de las Vacas hasta Cantocochino y de ahí remontar el rio siguiendo el trazado del Cross de los Tres Refugios hasta La Bola y bajar de nuevo hasta La Barranca. Todo sucede más o menos como estaba previsto hasta que se produce el que hemos pasado a denominar el KatiaPLOF! con rotura de pierna incluida. Ese mismo momento supe que no iba a ser capaz de terminar esta carrera.

Mi primera reacción fue la de abandonar y desinscribirme, la bajada de La Maliciosa dejaba mis rodillas maltrechas, demasiada inexperiencia pone en tensión mis cuadriceps y éstos a mis tendones rotulianos, pero todos me animaron a salir, probar hasta Cantocochino y así al menos vivía la salida. No debería de haberlo hecho porque me conozco y si no estoy para reventar no paro. Así que allí que me veo vestido de trail runner en la salida del GTP con estos dos piezas y sintiendo mucho el abandono forzoso de esta carrera de Katia por prescripción facultativa, vía escayola.

La salida he de reconocer que es espectacular por la animación de la gente, por ser de noche, por la de locos que hay como tú. Así que ahí estoy corriendo por las calles de Navacerrada camino de La Barranca junto con Jorge y Juan, corriendo sin agobios, a buen ritmo pero sin matarnos, salimos del pueblo y llegamos al Hotel de La Barranca donde decidimos ya empezar a andar, cruzamos el embalse de La Barranca y empiezan los primeros embudos.

Fotografía propiedad de RECMountain
Intento llevar a rajatabla las indicaciones de Gema "habla poco, no gastes energías", indicaciones muy acertadas ya que a mi me gusta hablar hasta con las cabras del monte. En un momento, o eso me parece a mi, llegamos a la Fuente de Las Campanillas, creo que Jorge empieza a apretar y aquí nos separamos. Juan va unos pasos delante pero yo decido hacer una parada técnica. Ya no nos veremos hasta la cima. El espectáculo de frontales encendidos es impresionante. Llego al Piornal, hay gente animando, subidón de moral, me veo bien, con fuerza y sigo para arriba, el tramo entre El Piornal y La Maliciosa se me pasa en un suspiro y cuando hago cima veo mi reloj y marca poco más de 2h desde que salí, la imagen del Collado de las Vacas y todo Madrid iluminado es simplemente bestial. Nada más hoyar observo a ver si encuentro a mis compañeros y entre las rocas aparece como un espectro, bidón en mano, Juanito, que dice "hala, vamos para abajo", le pregunto por Jorge y dice ha tirado para abajo. Pongo a tope el frontal porque sé que aquí viene mi suplicio, voy frenado, Juan se me escapa, me duelen los rotulianos, a esto añado que de vez en cuando se me suben los gemelos por culpa de las medias de compresión, se me escapa pero tengo que parar a estirar mis gemelos, maldigo haber tomado la salida pero sigo bajando, mi meta es llegar a Cantocochino y abandonar. Pasado el Collado de las Vacas se me ocurre bajarme las medias de compresión y por fin dejo de sufrir por los gemelos pero sigo fastidiado por los rotulianos. La bajada de La Maliciosa es muy técnica y desgraciadamente el miedo me hace ir atenazado y frenado.

Por fin llego a Cantocochino decidido a abandonar, no tiene sentido seguir, durante la bajada mi cabeza empezó a resquebrajarse y se me coló el diablo hasta la cocina. Entré en modo autodestrucción. Nada más entrar en el control me encuentro a Juanito, le digo que abandono a lo que me contesta "que abandonar, ¿te duele algo? no, pues ahora subimos a la Dehesilla de charleta y verás qué bien", queé fácil es convencerme. Después de recargar la panza salimos juntos dirección el Collado de las Dehesillas, vamos andando pero a buen ritmo, voy tan concentrado, sin hablar por prescripción facultativa, que pasamos por el refugio Giner de los Rios y por El Tolmo y ni los veo. En un momento me da una pequeña pájara y le pido a Juanito parar un segundo para retomar fuerzas y continuamos hasta llegar al collado, pasamos el control e iniciamos la bajada hacia la Hoya de San Blas, es bastante complicada, por momentos no hay senda, la vegetación tiene un tamaño tremendo, Juanito se me escapa de nuevo, no puedo seguir su ritmo, me pongo música y sigo luchando con mis rodillas, en esta ocasión la carrera puede conmigo.

Arrojo la toalla y maldigo el no haberme plantado en Cantocochino, aunque me obligo a llegar hasta Morcuera para allí retirarme. Una vez salgo de la selva, el sendero se hace mas corrible pero mi cuerpo no puede, lo intento, a ratos troto, a ratos ando, me adelanta gente, hay una gran bajada y cruzamos el río en el que unos voluntarios me animan, sé que estoy cerca del avituallamiento así que enciendo mi móvil y salta un mensaje de Juan preguntando si me queda mucho, le contesto que enseguida llego, y así es. Cuando llego al control me lo encuentro tiritando, me dice que pille lo que sea y que vamos, yo arrojo la toalla y le digo que tire, que mi meta está en Morcuera, son 12 kilómetros los que me quedan y paso de agobiarme. Me siento, relleno mi bidón de agua, me preparo un batido recuperador.

Me pongo la mochila y me dispongo a andar, soy un zombi, un cadáver en la competición, me adelantan, me ofrecen geles, mi problema está en lo alto de la azotea. Aquí se acabó mi participación en el GTP, he trabajado poco la cabeza, me ha ganado la competición.

Gracias, mil gracias a mi familia por apoyarme y permitirme durante estos meses atrás dedicarle a esto tiempo robado a ellos. Gracias a Jorge, Juan, Pepe y, cómo no, a mi compañera de batallas, Katia, por aguantarme, acompañarme, escucharme y alentarme una y mil veces. Gracias a Gema Quiroga por intentar lo imposible, por su profesionalidad, siempre con una palabra de apoyo, siempre animando. Gracias a la RSEA Peñalara por organizar carreras por nuestra querida Sierra de Guadarrama, y como no a los voluntarios por vuestra desinteresada colaboración, sin vosotros no habría carrera, gracias por vuestros ánimos, por señalizar los cruces, por rellenar nuestros bidones o preparar un caldito, gracias, gracias en especial a una voluntaria, excepcional corremontes que se llama Belén Díez que en esta carrera se pasa al otro lado y se pone a dar ánimos y a repartir agua, a ver si aprendemos los demás.

Y gracias a ti por haber llegado a leer hasta aquí.

Volveré a intentarlo otra vez, ¿cuándo?, no lo sé. Lo que sí sé es que volveré y en esa ocasión no podrás conmigo.

Caerse está permitido, levantarse es obligatorio!










lunes, 22 de octubre de 2012

UN DOMINGO EN LA CUERDA… FLOJA


XXV CROSS DE LA CUERDA LARGA

Ayer se celebraba la XXV edición del Cross de La Cuerda Larga. Inconsciente de mi, tres días antes de hacer la Madrid-Segovia se me ocurre inscribirme. Vi vídeos de la salida, todos en camiseta de manga corta, y como conocía a varios inconscientes como yo allá que fui.

Os voy a hacer un resumen de la carrera, aquí está…

Las predicciones meteorológicas, un correo que nos manda la RSEA Peñalara con material obligatorio y mis miedos me hicieron el viernes por la mañana tomar la decisión de dejarlo para otra ocasión, estoy dispuesto a sufrir pero no tanto. Juan Seguí me convence para que posponga mi decisión al sábado. Yo que me niego a rendirme tan pronto, acepto. El caso es que el pronóstico va mejorando y parece que salvo frío, vamos a pasar poco más, se esperaban vientos más o menos moderados, sin lluvia o muy poca.

Llegamos al puerto de la Morcuera, gracias a la amabilidad de Pedro, otro corremontes roceño que me acepta como polizón en su coche junto a su familia, y con sorpresa veo está entrando niebla desde el otro lado de la sierra. Aquí aparecen mis fantasmas. De repente aparece mi ángel de esta carrera, José A. Sancho, un monstruo de las montañas que conocí hace una semana en una quedada organizada por la tienda Trailxtrem, aquí puedes seguir sus Montañas de Pasión. La verdad es que sus palabras me tranquilizaron también y el hecho de que él fuera el corredor escoba.
A las 9:30 comienza el lío. Hace fresquito pero es soportable. Todo el mogollón camino de La Najarra, cuesta dura de entrada, sin anestesia, todos andando, el grupo de gente con los que echamos unas risas antes de salir capitaneado por Juan Seguí están a tiro de piedra. Yo decido ir a mi bola, esta carrera no quiero atarme a ningún ritmo ni agobiarme porque no llego. Les veo hasta que llega el primer embotellamiento y ya no sé más de ellos.

Vamos subiendo poquito a poco hasta el primer control, y aquí empieza a aparecer algo de niebla. En las bajadas voy muy bien, me gusta correr bajando tanto como me cuesta subir.

Seguimos subiendo y bajando riscos hasta la Loma del Pandasco, donde parece que la niebla va más baja y es más “meona”, y aquí pasa lo que tenía que pasar. José, el corredor escoba, ya me indicó que tuviera cuidado en este punto porque las piedras estaban mojadas y podría resbalar. El resto os lo podéis imaginar. Después de levantarme, hago informe de daños, todo parece que está en sus sitio, bieeen!!!.

Continúo poquito a poco subiendo y bajando,  intentando correr en los senderos. Un gel por aquí, unos dátiles por allá, ahora una barrita, todo sin parar. La temperatura según subimos está bajando de forma exponencial, así que sin parar, y casi como sin querer, llego a la base de Cabezas de Hierro, siempre con un grupo de corredores a mi alrededor. Poco a poco con paciencia voy subiendo por el sendero hasta que llego casi arriba y aparece la figura de un Guardia Civil en un risco gritando “manteneos en grupo”. Aquí la niebla es más densa. Coronamos Cabeza de Hierro Mayor, pasamos el control y verdaderamente no se lo que hago que me despisto y me veo solo, sin nadie por delante y sin nadie por detrás. En un principio me quiero parar y esperar a alguien pero por otro lado llevo el track en mi gps y el recorrido está muy bien marcado. Es momento de ahuyentar fantasmas.

Paso un momento malo en el canchal de después de cabezas, pero en ese momento oigo que se acerca otro corredor. Levanto un poco el pie y me rebasa en la bajada hacia Valdemartín. Anda bastante más perdido que yo así que decido seguir a mi bola en la bajada con mucho cuidado porque aquí ya empieza a llover bastante y el reloj me marca -4 ºC. Frío y lluvia es una combinación que no me mola.

La subida a Valdemartín se me empieza a atragantar. A nivel psicológico, el no tener referencias visuales me cuesta un poco y el no ver las antenas me hace no saber exactamente cuánto queda hasta La Bola. Aquí en la subida me adelantan un par de corredores y empiezan a aparecer senderistas. Hay vida en la sierra. Larga bajada pegados a las pistas de esquí y comienza la última subida. Sigo sin ver las antenas.

A lo lejos diviso una luz me acerco y son los Bomberos que están animándonos y a 10 metros el control del Alto de Guarramillas. ¡Bendito membrillo que me han subido hasta aquí! ¡Me sabe a gloria! Unos cacahuetes y unas onzas de chocolate. Qué valientes son los voluntarios que lloviendo y con un frío de tres pares están con una sonrisa y una palabra de ánimo.

Llegado a este punto me dejo caer tan rápido como me permiten mis cuádriceps por la pista de cemento hasta que me encuentro con unos forestales que me indican que he de bajar por la pista de esquí. ¡Quién dijo miedo! Bajada vertical hasta que llego a la civilización. Te encuentras con gente que te alienta, paran el tráfico del puerto para que pases, escuchas ánimos varios... Con lo que he sufrido por el frío, con los fantasmas contra los que he tenido que luchar, me dan ganas de llorar de nuevo, soy un sentimental. Ultimo sprint que parece que vuelo y meta.

Muy bonita carrera en la que me estrenaba en las carreras de montaña de verdad, en la que he conseguido desterrar algunos fantasmas y que repetiré sin duda el año que viene, si las fuerzas acompañan. Mi meta era llegar sin romperme la cabeza y finalizar, y ahí está: reto conseguido.

Gracias de nuevo a los voluntarios de la RSEA Peñalara, en especial a José A. Sancho por sus palabras antes de la carrera, al grupo de montaña de la Guardia Civil y a los Bomberos y Forestales por su ayuda en este día de locos, en el que todos hemos intentado no caer de la Cuerda.... floja.