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lunes, 22 de octubre de 2012

UN DOMINGO EN LA CUERDA… FLOJA


XXV CROSS DE LA CUERDA LARGA

Ayer se celebraba la XXV edición del Cross de La Cuerda Larga. Inconsciente de mi, tres días antes de hacer la Madrid-Segovia se me ocurre inscribirme. Vi vídeos de la salida, todos en camiseta de manga corta, y como conocía a varios inconscientes como yo allá que fui.

Os voy a hacer un resumen de la carrera, aquí está…

Las predicciones meteorológicas, un correo que nos manda la RSEA Peñalara con material obligatorio y mis miedos me hicieron el viernes por la mañana tomar la decisión de dejarlo para otra ocasión, estoy dispuesto a sufrir pero no tanto. Juan Seguí me convence para que posponga mi decisión al sábado. Yo que me niego a rendirme tan pronto, acepto. El caso es que el pronóstico va mejorando y parece que salvo frío, vamos a pasar poco más, se esperaban vientos más o menos moderados, sin lluvia o muy poca.

Llegamos al puerto de la Morcuera, gracias a la amabilidad de Pedro, otro corremontes roceño que me acepta como polizón en su coche junto a su familia, y con sorpresa veo está entrando niebla desde el otro lado de la sierra. Aquí aparecen mis fantasmas. De repente aparece mi ángel de esta carrera, José A. Sancho, un monstruo de las montañas que conocí hace una semana en una quedada organizada por la tienda Trailxtrem, aquí puedes seguir sus Montañas de Pasión. La verdad es que sus palabras me tranquilizaron también y el hecho de que él fuera el corredor escoba.
A las 9:30 comienza el lío. Hace fresquito pero es soportable. Todo el mogollón camino de La Najarra, cuesta dura de entrada, sin anestesia, todos andando, el grupo de gente con los que echamos unas risas antes de salir capitaneado por Juan Seguí están a tiro de piedra. Yo decido ir a mi bola, esta carrera no quiero atarme a ningún ritmo ni agobiarme porque no llego. Les veo hasta que llega el primer embotellamiento y ya no sé más de ellos.

Vamos subiendo poquito a poco hasta el primer control, y aquí empieza a aparecer algo de niebla. En las bajadas voy muy bien, me gusta correr bajando tanto como me cuesta subir.

Seguimos subiendo y bajando riscos hasta la Loma del Pandasco, donde parece que la niebla va más baja y es más “meona”, y aquí pasa lo que tenía que pasar. José, el corredor escoba, ya me indicó que tuviera cuidado en este punto porque las piedras estaban mojadas y podría resbalar. El resto os lo podéis imaginar. Después de levantarme, hago informe de daños, todo parece que está en sus sitio, bieeen!!!.

Continúo poquito a poco subiendo y bajando,  intentando correr en los senderos. Un gel por aquí, unos dátiles por allá, ahora una barrita, todo sin parar. La temperatura según subimos está bajando de forma exponencial, así que sin parar, y casi como sin querer, llego a la base de Cabezas de Hierro, siempre con un grupo de corredores a mi alrededor. Poco a poco con paciencia voy subiendo por el sendero hasta que llego casi arriba y aparece la figura de un Guardia Civil en un risco gritando “manteneos en grupo”. Aquí la niebla es más densa. Coronamos Cabeza de Hierro Mayor, pasamos el control y verdaderamente no se lo que hago que me despisto y me veo solo, sin nadie por delante y sin nadie por detrás. En un principio me quiero parar y esperar a alguien pero por otro lado llevo el track en mi gps y el recorrido está muy bien marcado. Es momento de ahuyentar fantasmas.

Paso un momento malo en el canchal de después de cabezas, pero en ese momento oigo que se acerca otro corredor. Levanto un poco el pie y me rebasa en la bajada hacia Valdemartín. Anda bastante más perdido que yo así que decido seguir a mi bola en la bajada con mucho cuidado porque aquí ya empieza a llover bastante y el reloj me marca -4 ºC. Frío y lluvia es una combinación que no me mola.

La subida a Valdemartín se me empieza a atragantar. A nivel psicológico, el no tener referencias visuales me cuesta un poco y el no ver las antenas me hace no saber exactamente cuánto queda hasta La Bola. Aquí en la subida me adelantan un par de corredores y empiezan a aparecer senderistas. Hay vida en la sierra. Larga bajada pegados a las pistas de esquí y comienza la última subida. Sigo sin ver las antenas.

A lo lejos diviso una luz me acerco y son los Bomberos que están animándonos y a 10 metros el control del Alto de Guarramillas. ¡Bendito membrillo que me han subido hasta aquí! ¡Me sabe a gloria! Unos cacahuetes y unas onzas de chocolate. Qué valientes son los voluntarios que lloviendo y con un frío de tres pares están con una sonrisa y una palabra de ánimo.

Llegado a este punto me dejo caer tan rápido como me permiten mis cuádriceps por la pista de cemento hasta que me encuentro con unos forestales que me indican que he de bajar por la pista de esquí. ¡Quién dijo miedo! Bajada vertical hasta que llego a la civilización. Te encuentras con gente que te alienta, paran el tráfico del puerto para que pases, escuchas ánimos varios... Con lo que he sufrido por el frío, con los fantasmas contra los que he tenido que luchar, me dan ganas de llorar de nuevo, soy un sentimental. Ultimo sprint que parece que vuelo y meta.

Muy bonita carrera en la que me estrenaba en las carreras de montaña de verdad, en la que he conseguido desterrar algunos fantasmas y que repetiré sin duda el año que viene, si las fuerzas acompañan. Mi meta era llegar sin romperme la cabeza y finalizar, y ahí está: reto conseguido.

Gracias de nuevo a los voluntarios de la RSEA Peñalara, en especial a José A. Sancho por sus palabras antes de la carrera, al grupo de montaña de la Guardia Civil y a los Bomberos y Forestales por su ayuda en este día de locos, en el que todos hemos intentado no caer de la Cuerda.... floja.