XXV CROSS DE LA
CUERDA LARGA
Ayer se celebraba la XXV edición del Cross de La Cuerda
Larga. Inconsciente de mi, tres días antes de hacer la Madrid-Segovia se me ocurre inscribirme. Vi vídeos de
la salida, todos en camiseta de manga corta, y como conocía a varios
inconscientes como yo allá que fui.
Os voy a hacer un resumen de la carrera,
aquí está…
Las predicciones meteorológicas, un correo
que nos manda la RSEA Peñalara con material obligatorio y mis miedos
me hicieron el viernes por la mañana tomar la decisión de dejarlo para otra
ocasión, estoy dispuesto a sufrir pero no tanto. Juan Seguí me convence para
que posponga mi decisión al sábado. Yo que me niego a rendirme tan pronto,
acepto. El caso es que el pronóstico va mejorando y parece que salvo frío,
vamos a pasar poco más, se esperaban vientos más o menos moderados, sin lluvia
o muy poca.
Llegamos al puerto de la Morcuera , gracias a la amabilidad de Pedro, otro
corremontes roceño que me acepta como polizón en su coche junto a su familia, y
con sorpresa veo está entrando niebla desde el otro lado de la sierra. Aquí aparecen
mis fantasmas. De repente aparece mi ángel de esta carrera, José A. Sancho, un
monstruo de las montañas que conocí hace una semana en una quedada organizada
por la tienda Trailxtrem, aquí puedes seguir sus Montañas de Pasión.
La verdad es que sus palabras me tranquilizaron también y el hecho de que él
fuera el corredor escoba.
A las 9:30 comienza el lío. Hace fresquito
pero es soportable. Todo el mogollón camino de La Najarra , cuesta dura de entrada, sin anestesia,
todos andando, el grupo de gente con los que echamos unas risas antes de salir
capitaneado por Juan Seguí están a tiro de piedra. Yo decido ir a mi bola, esta
carrera no quiero atarme a ningún ritmo ni agobiarme porque no llego. Les veo
hasta que llega el
primer embotellamiento y ya no sé más de ellos.

Seguimos subiendo y bajando riscos hasta la Loma del
Pandasco, donde parece que la niebla va más baja y es más “meona”, y aquí pasa
lo que tenía que pasar.
José , el corredor escoba, ya me indicó que tuviera cuidado en
este punto porque las piedras estaban mojadas y podría resbalar. El resto os lo
podéis imaginar. Después de levantarme, hago informe de daños, todo parece que está en sus sitio,
bieeen!!!.
Continúo poquito a poco subiendo y
bajando, intentando correr en los senderos. Un gel por aquí, unos dátiles por
allá, ahora una barrita, todo sin parar. La temperatura según subimos está
bajando de forma exponencial, así que sin parar, y casi como sin querer, llego
a la base de Cabezas de Hierro, siempre con un grupo de corredores a mi
alrededor. Poco a poco con paciencia voy subiendo por el sendero hasta que
llego casi arriba y aparece la figura de un Guardia Civil en un risco gritando “manteneos
en grupo”. Aquí la niebla es más densa. Coronamos Cabeza de Hierro Mayor,
pasamos el control y verdaderamente no se lo que hago que me despisto y me veo
solo, sin nadie por delante y sin nadie por detrás. En un principio me quiero
parar y esperar a alguien pero por otro lado llevo el track en mi gps y el recorrido
está muy bien marcado. Es momento de ahuyentar fantasmas.
Paso un momento malo en el canchal de
después de cabezas, pero en ese momento oigo que se acerca otro corredor. Levanto
un poco el pie y me rebasa en la bajada hacia Valdemartín. Anda bastante más
perdido que yo así que decido seguir a mi bola en la bajada con mucho cuidado
porque aquí ya empieza a llover bastante y el reloj me marca -4 ºC . Frío y lluvia es una combinación que no
me mola.
La subida a Valdemartín se me empieza a
atragantar. A nivel psicológico, el no tener referencias visuales me cuesta un
poco y el no ver las antenas me hace no saber exactamente cuánto queda hasta La Bola. Aquí en la subida me adelantan un par de
corredores y empiezan a aparecer senderistas. Hay vida en la sierra. Larga bajada
pegados a las pistas de esquí y comienza la última subida. Sigo sin ver las
antenas.
A lo lejos diviso una luz me acerco y son
los Bomberos que están animándonos y a 10
metros el control del Alto de
Guarramillas. ¡Bendito membrillo que me han subido hasta aquí! ¡Me
sabe a gloria! Unos cacahuetes y unas onzas de chocolate. Qué valientes son los
voluntarios que lloviendo y con un frío de tres pares están con una
sonrisa y una palabra de ánimo.
Llegado a este punto me dejo caer tan
rápido como me permiten mis cuádriceps por la pista de cemento hasta que me
encuentro con unos forestales que me indican que he de bajar por la pista de
esquí. ¡Quién dijo miedo! Bajada vertical hasta que llego a la civilización. Te
encuentras con gente que te alienta, paran el tráfico del puerto para que
pases, escuchas ánimos varios... Con lo que he sufrido por el frío, con los
fantasmas contra los que he tenido que luchar, me dan ganas de llorar de nuevo,
soy un sentimental. Ultimo sprint que parece que vuelo y meta.
Muy bonita carrera en la que me estrenaba
en las carreras de montaña de verdad, en la que he conseguido desterrar algunos
fantasmas y que repetiré sin duda el año que viene, si las fuerzas acompañan.
Mi meta era llegar sin romperme la cabeza y finalizar, y ahí está: reto
conseguido.
Gracias de nuevo a los voluntarios de la RSEA Peñalara , en especial a José
A. Sancho por sus palabras antes de la carrera, al grupo de montaña de la Guardia Civil y a
los Bomberos y Forestales por su ayuda en este día de locos, en el que todos hemos intentado no
caer de la Cuerda.. ..
floja.